Y quizá el tan sólo dormir con alguien le hacía sentir menos independiente, el dormir abrazada a alguien confiando en que dentro de la oscuridad de la noche sería únicamente él quien le acompañara, aquello le hacía sentir vulnerable, él abrazando su cuerpo y con ello todos sus miedos e inseguridades, aquellas que la mujer fuerte estaba poniendo en sus manos para liberar por un momento todo ese peso de ser ella misma, de no poder con la realidad y un pasado que no le suelta, pero eso al mismo tiempo, la dotaba de libertad, de fragilidad, de la humanidad que algunas veces sentía perdida.
Pero, ¿Qué tenía de extraño dormir con alguien? ¿Por qué le parecía un acto más intimo que el sexo mismo? ¿Por qué no sentía esa necesidad de salir de aquella habitación en cuanto él se lo permitiera y corría hacía un lugar en donde su espacio le devolviera la cómodidad? ¿Era entonces un sentimiento de resignación o de amor verdadero?
ATAISA.
