miércoles, 30 de enero de 2019

23.12.18

Esa noche nada fue una casualidad, esa noche yo ya había decidido lo que pasaría justo en el momento en que una sonrisa coqueta se cruzo en mi mirada, lo que no sabía es hasta donde llegaría...

Hacía días que no salía, acaba de cambiar de trabajo, comenzaron mis vacaciones por lo que por fin había tiempo libre, cuando avisé a mamá que saldría ella no puso objeción. Llegué a ese lugar alrededor de las 9 de la noche. Hacía un poco de frío, peor aún, cuando llegué supe inmediatamente que en ese sitio no era lo que yo acostumbraba frecuentar, sin embargo, si decidí ir fue por que vería a mis queridas compañeritas de cuarto y es que a una de ellas ya tenía algunas semanas que no le había visto.
Llegué mucho antes que ellas por lo que la espera se hizo algo incómoda, había muchos chicos de entre 15 y 20 años, me preguntaba si en verdad sería una buena idea entrar. La música tampoco era de mi agrado, en ese momento verdaderamente extrañé mi recamara, mi pequeña cama caliente, un té de frutos rojos y la novela que estaba leyendo. Estas niñas no llegaban, pasaron alrededor de 20 minutos cuando por fin aparecieron. Pensé en algún pretexto para regresar a casa pero ya estaba ahí y haría lo posible para pasarla bien.
 Entramos a la fiesta y efectivamente, la mayoría de las personas que estaban ahí apenas rebasaban los 20 años, lo cual me hizo sentir aún más incomoda, decidí sentarme y esperar a que todo terminara. No todo era tan malo, reía con mis compañeras, bromeaba con ellas y me hacía recordar cuando estábamos juntas en el 11 - 5 de T. sin embargo, a las 3 a.m. el sueño comenzaba a absorberme, la cerveza siempre me había sido desagradable, el olor a cigarro me estaba mareando y el frío estaba comenzando a generar la típica alergia en mis manos que como siempre, estaban heladas. El perrito de una de mis compañeras entró a la fiesta cuando se acercó, acaricie su pequeña cabeza, el y yo teníamos mucho sueño por lo que decidió acostarse en mis pies y dormir, le envidiaba tanto en verdad. La fiesta estaba a punto de terminar eran las 3:30 de la mañana y eso me agradó, por fin podría ir a dormir.
A pesar de todo ello, debo aceptar que entre tanto sueño y aburrimiento no podía evitar mirar a mi alrededor, trataba de ver si había personas conocidas con quienes podría ir a conversar, había algunos amigos de mi ex novio que no dejaban de mirarme raro pero a ellos obviamente no debía hablarles. Sinceramente no sé exactamente en que momento fue que esa sonrisa me atrapó, sin embargo, quería mirarle y ¿por qué no?, captar su atención. Debo aceptar que de primer momento dude mucho en acercarme pues aquella persona evidentemente era menor que yo y al parecer no tenía interés en hablar con nadie o al menos no conmigo pero no evite sonreír cada que su mirada y la mia se cruzaban.
Pronto la fiesta terminó, había poca gente en el lugar por lo que decidí beber un poco antes de ir a dormir, no sé como fue que todo cambió y el ambiente se tornó más a mi gusto. Decidí acercarme y cruzar palabras con aquel jovencito de la sonrisa coqueta, como siempre en todas las fiestas el pretexto fue el alcohol. No recuerdo exactamente como fue que hablamos, incluso creo que fueron mis compañeritas quienes comenzaron a hablar con él y un amigo suyo, fue en esa conversación cuando yo intervine. Lo primero que supe fue su nombre y lo segundo, algo que ya me imaginaba, confirmó que era menor que yo pero en ese momento no me representaba ningún problema.
Cruze un par de palabras con él pero, si no mal recuerdo el pretexto con el cual me acerqué aún más fue el frío que estaba haciendo en ese momento. Mis manos y las suyas estaban heladas, cambiaron la música por algo más a mi gusto y entonces decidí que para mi, la fiesta apenas estaba comenzando. Bebí un poco más de aquellas bebidas preparadas muy dulces, le tomé del brazo pues yo aún tenía mucho frío y lo que estaba bebiendo también estaba sumamente frío. Las personas a nuestro alrededor eran ya muy pocas, entre ellas mis compañeritas y algunos amigos cercanos a una de ellas, yo por supuesto seguía sin conocer a nadie pero al menos ya no estaba sufriendo de frío y el sueño estaba desapareciendo.
La música estaba sonando muy fuerte, entregue mi celular a mi prima para que se encargara de la música, sin embargo, además de la música se encargó de captar con la cámara los que yo consideré cómo los mejores momentos de esa noche.
De primer momento me pareció un niño agradable, un poco tímido pero nunca más que yo y sobre todo me dio la impresión de que veía algo en mí, quizá me estoy equivocando pero me agrada la idea de pensar que aquello tenía un toque especial. Aunque hablamos poco, el sonreía y comentamos acerca de lo que ocurría en aquellos momentos, pero hubo un pequeño momento en que le mire a los ojos, y debo ser sincera, normalmente suelo percatarme de cuando alguien pretende besarme, pero en aquel momento no lo vi venir, el se acercó y me besó, todo pasó muy rápido pero aquello se sentía tan suave, un beso tibio y húmedo en medio de un clima tan frío, era lo que yo necesitaba.
A lo largo de mi vida he besado a un sin número de personas, realmente no son tantas pero digo que un sin número por qué no sé cuantas exactamente. La música seguía sonando, los besos no se detenían y el ritmo de ellos era perfecto, mis labios encajaban perfectamente en sus labios y los movimientos de su boca, las pequeñas mordidas en los labios, todo, realmente todo, tenía una sincronía perfecta, la temperatura ya no era un problema, y con mis manos sobre sus mejillas suaves, todo alrededor desapareció. Era una sensación extraña, apenas le conocía, pero hacía tanto tiempo que mis labios no se entendían tan bien con otros.
Entramos a un lugar con todos los que quedaban en la fiesta, el lugar era un poco más cálido que estar al aire libre. Continuaron bebiendo cerveza pero a decir verdad y debo confesar que ya en ese momento no me era posible separarme de él.
Quizá en este escrito estoy exagerando un poco, quizá y sólo quiza si él lo leyera pensaría que soy demasiado exagerada y hasta un tanto ridícula, pensará y sé que para él, el episodio fue solamente uno más y a decir verdad no estoy diciendo que me enamoré, el encuentro fue meramente físico pero a mi parecer tenía un toque que no siempre se tiene,  algo que en otros lados llaman "química".
La noche seguía trascurriendo, los besos continuaban, el color verde de las paredes me alegraba cada vez más, aunque creo que no era el color verde, era el alcohol que estaba bebiendo, que aunque era poco me desinhibió cada vez más. Sentía sus manos sobre mi cintura, luego sobre mi rostro las pinceladas de pasión y de ternura que me hacían dejarme llevar por aquello que estaba ocurriendo.
No sé como pasó, no sé como fue ni en que momento el sitio cambió, unas paredes blancas, una puerta blanca y unas ventanas que sólo reflejaban dos sombras y una mano recargada a ella. ¿en que momento los besos se volvieron más intensos, ¿en que momento el frío desapareció?...
Probablemente no le vuelva a ver y es que cuando desperté mi perro lamia mi rostro y mi madre llamaba para el desayuno. ¿Cómo fue que llegué ahí? ¿Acaso siempre estuve ahí?

A.D.A.






martes, 15 de enero de 2019

15.01.19

y entonces recordé, el paso de los años me ha cambiado, siempre he confiado en mi capacidad sin embargo, hay algo que no me ha dejado expresar todo aquello que soy. Cuando era pequeña me la pasaba leyendo cuentos, eran libros y libros, historias que me transformaban, historias que hicieron de mi lo que ahora soy. Cuentos que me hacían creer que la realidad no es tan fatídica como lo he aprendido, cuentos que me hacían soñar con una vida sin dolor, sin miedo pero fui creciendo y las historias también cambiaron, las novelas cambiaron por historias reales.
Yo me describía como aquel título de primaria "El tigre que le tenía miedo a las gallinas", siempre he querido ser una persona fuerte y mis palabras lo demuestran, he tenido los argumentos para afrontar los problemas, para llegar hasta donde he querido llegar pero, la vida se complica, siempre se complica.

Siempre vivo al máximo mis emociones, mis alegrías las disfruto y me detengo a saborear esa sensación de que nada puede ser mejor, trato de prolongarlas lo más que me sea posible para atesorar ese recuerdo en mi mente pero he de aceptar que todo ello tiene una causa y hay un poco de nostalgia en mis intentos desesperados de sostener mis risas como viento en las palmas de mis manos y es que no puedo evitar sentir que todo tiene un final y que pronto aquel viento que quise sostener, se habrá ido una vez más. 
He aprendido a sobrellevar el miedo de que todo se acaba, de que todo termina pues ahora hasta las tristezas he sabido disfrutarlas y es que no me queda más que el consuelo grande de que sentir un gran dolor es el vivo reflejo de que sigo viva y que aún hay una esperanza de sentir felicidad una vez más... 
A.D.A.

07.05.23

Jamás te culparía de nada pues conozco mi responsabilidad dentro de esta situación, lo cierto es que ha habido momentos extremadamente felic...